12 de noviembre de 2017

Pliego nº 106



Del desencanto al entusiasmo en la educación 

Educación es sinónimo de crecer, mejorar, avanzar,... Entonces, ¿qué hace que no reine el entusiasmo? 

Quizás hace tiempo que nuestra sociedad ha desenfocado la mirada de la esencia de la educación (que somos las personas) a la periferia de la educación (estadísticas, aspectos formales,…)

En primer lugar deberíamos tener claro que todos educamos y todo educa. Cuando hacemos y cuando dejamos de hacer; los maestros, los padres y todos vosotros; la televisión y la calle.

Personalmente, mi entusiasmo nace y se sustenta a nivel profesional en haber podido compartir con excelentes profesionales y excelentes personas las inquietudes y el día a día. Intentaré resumir en qué se ancla este entusiasmo: 

Creo que la imagen que mejor representa la educación es la de un camino en el que todos nos encontramos avanzando. 



No es un caminar dejándose llevar, es un caminar reflexionado, imaginado, contrastado, experimentado, deseado…, aterrizado hasta convertirse en palabras, en conversación cercana, frágil y tierna, pero siempre esperanzada y optimista.

Es un camino en una época de trenes de alta velocidad y de tecnologías que subrayan un valor por encima de todos: la velocidad. Pués no, las personas nos educamos poco a poco, porque educar no entiende de prisas, como dar un beso o hacer una caricia. 

Así pues, pienso en un camino y no en una autopista, porque la autopista sólo tiene una justificación: el punto de llegada y la máxima velocidad. 

En cambio hacer camino permite esperar a la persona con la que convivimos, que se ha parado a abrocharse el zapato o que necesita un poco más de tiempo para aprender alguna cosa y yo, me paro y la ayudo. 

Hacer camino permite contemplar el paisaje, distraerse, maravillarse ante las maravillas del mundo e intentar impedir la aparición de nuevos horrores. 

Hacer camino potencia porque el terreno es irregular. El hecho de que ahora tengamos que colocar el pié de una manera y más delante de otra hace que nuestros sentidos estén siempre alerta, y nos hará descubrir que nos equivocamos, pero que podemos volver a intentarlo para seguir avanzando. 

Hacer camino nos despierta a estar abiertos a la sorpresa que nos puede estar esperando después de cada curva. 

 Hacer camino juntos nos prepara para aceptar que nunca llegaremos al final, pero que el esfuerzo del viaje tiene sentido, que cada paso tiene sentido y que el viaje vale la pena. 

Hacemos camino juntos para tener tiempo para amarnos, a nosotros mismos y a nuestros compañeros de viaje, y para amar el mundo. 

Y para encontrar una fuente o para llorar porque una zarza nos ha arañado una pierna. 

Y para poder contemplar las estrellas y desearlas una a una o para pararse un rato porque llueve demasiado intensamente y tenemos que procurar no constiparnos. Hacemos camino para reír y disfrutar juntos. 

Hacemos camino porque somos tan ingenuos que pensamos que aún, y siempre, vale la pena hacer cosas juntos. 

Hacemos camino porque somos tan sabios que sabemos que sin los demás, poca cosa somos y poca cosa llegaremos a ser. 

Y en el caso de los maestros y maestras, y de los padres y de las madres, tenemos la fortuna de hacer camino con una criatura de la mano, y mientras vamos caminando les vamos diciendo el mundo y se lo vamos mostrando. 

 Hacemos camino con cada niño y con cada niña. Y ellos nos miran y nos recuerdan que a pesar de todo aún y siempre hay esperanza. Ellos son la esperanza. 

Hacemos camino con cada joven, con cada adulto y con cada abuelo para enriquecernos y para educarnos en la experiencia de cada día. 

Y este camino lleno de esperanza tiene para mi unas claves que lo hacen posible en toda su plenitud: la utopía, la memoria, la inclusión, la diversidad, la singularidad, la comunidad, el diálogo, los errores, el esfuerzo, el conflicto, el equilibrio, el amor, el aprendizaje, el acompañamiento, la excelencia, la equidad, la reflexión, el proyecto,… 

Sería demasiado largo desarrollarlas todas, así que me comprometo a una segunda parte que espero sea de vuestro interés. 

Mercè Sáiz 
Barcelona(España)

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